Alphonse Mucha, portada para Wiener Chic, 1906 |
En este capítulo ofrecemos un panorama de las artes gráficas en el tiempo de la cultura Art Déco, desde en torno a 1880 y hasta la Primera Guerra Mundial. Los estilos de vanguardia no afectan necesariamente a estas especialidades gráficas de vivo crecimiento y en nuestros días absolutamente hegemónicas.
Ilustración publicitaria El estilo más frecuente en la ilustración es el naturalismo, porque lo comercial prefiere el lenguaje tradicional para sus mensajes. Pero este naturalismo muestra a menudo estilización manierista (figuras alargadas) y una característica concatenación curvilínea: “curva del latigazo”. Es decir, la ilustración Art Nouveau tiene elementos manieristas y rococó, pero se aleja del impresionismo y el expresionismo de moda en las artes del museo.
Arthur H. Mackmurdo, es una figura universal del diseño inglés por haber inaugurado el empleo de la la curva de latigazo ya antes de 1890 en el diseño de unas sillas y en el diseño de un cartel y portada para un catálogo de templos diseñados por el arquitecto del siglo XVII, Christopher Wren.
Jules Chéret, pionero francés, asoció la publicidad a la visión de extáticas mujeres flotantes y colores pastel de ascendiente rococó.
Henri Toulouse-Lautrec fue un dibujante extraordinario que habitaba la otrora denominada “vida bohemia” en el París del cambio de siglo. Son célebres sus cuadros de bailarinas y prostitutas. En su estilo para el cartel publicitario simplifica la gama cromática y las siluetas, esto es, busca una información rápida de leer como una bandera. Renuncia también a la perspectiva y parece dejarse influir por los grabados japoneses.
Alphonse Mucha es hoy todavía el artista checo más reconocido en todo el mundo. Se identifican fácilmente sus carteles: la curva de latigazo resuelve trazos y siluetas, desde los cabellos hasta los pliegues de los vestidos. Asociado también a la publicidad de la actriz Sarah Bernhardt.
Aubrey Beardsley, el más personal de los ilustradores, fue un malogrado dibujante británico que. Murió poco después de cumplir 26 años. Sus dibujos para la Salomé de O. Wilde son constituyen un icono universal del Art Nouveau.
Peter Behrens, El beso, xilografía reproducida por vez primera en la revista Pan, 1898 |
Rafael de Penagos, cartel para Tórtola Valencia, hacia 1915 |
Will Bradley, portada para la revista Chapbook, 1895 |
Ilustración infantil La nómina que traemos está compuesta solamente de nombres británicos, acaso el único país que en aquel tiempo contaba con una sociedad lo suficientemente opulenta para gastar dinero en cuentos ilustrados. Lo asombroso es que sus obras siguen a la venta y son reconocidas por miles de aficionados.
Arthur Rackham, Peter Pan, 1907 |
Kate Greenaway, acuarela, 1879 |
Kate Greenaway (autora de El flautista de Hamelin): figuras infantiles y adolescentes de aspecto melancólico. Colores lavados y pastel, sabor rococó.
Beatrix Potter fue una capaz escritora y dibujante cuyas obras han conocido múltiples ediciones e incluso versiones cinematográficas: El cuento de Tom Kitten, El cuento de Roger Rabbit.
Tom S. Atkins es
recordado por sus dibujos minuciosos, de atmósfera rococó y luces rosadas, para
Alicia en el país de las maravillas,
entre otros.
Puzzle con un dibujo de Arthur Rackham, Alice in Wonderland, 1907 |
Beatrix Potter, El cuento de Peter Rabbit, 1902 |
Roger Outcould, Yellow Kid, 1895 |
Cómic y dibujos animados No siguen a las vanguardias los pioneros de las tiras cómicas y las películas de dibujos animados, unos artistas que en su día fueron muy famosos y disputados por los monopolios de la prensa norteamericana.
Roger F. Outcould es considerado el inventor de la tira cómica. Su misterioso Yellow Kid habla con bocadillos por vez primera.
McCay, la cama de Nemo, detalle |
Winsor McCay, dibujante de Little Nemo, un niño que sueña con mundos imposibles en cuanto se apaga la luz de su habitación, excusa para lo fantástico y la imaginación desbordante. Fue un ídolo de masas y se adaptó a musical de Boradway. También fue el mejor creador de dibujos animados hasta la Primera Guerra Mundial (Gertrie la dinosauria, El hundimiento del Lusitania). El hundimiento del Lusitania (1918) es casi un documental sobre el hundimiento del barco que motivó la incorporación de Estados Unidos a la Primera Guerra Mundial y el primer film trágico de dibujos animados.
Windson McCay, una aventura de Little Nemo |
T. S. Sullivant, sin parangón en la expresividad antropomorfa de los animales, pionero para Disney y todos los que han de venir.
Émile Cohl es el primer cineasta europeo por completo dedicado a la animación: trabajos cómicos, didácticos y publicidad. Su sentido del dinamismo no tiene parangón en su época, y sus guiones exhiben unas dotes surrealistas.
Quirino Cristiani fue el pionero argentino de la animación, pero su obra no se conserva. En 1917 realizó El apóstol, primer largometraje de animación, lamentablemente perdido. Apenas pueden verse algunos minutos de su segundo film, Peludópolis, una sátira política de 1931.
T. S. Sullivant, Arca de Noé |
Georges Mélies, El viaje a la luna, 1912 |
Cine stop-motion El cine inaugura su fulgurante carrera con artistas sumamente creativos.
Arthur Melbourne-Cooper fue el pionero inglés del stop-motion. Matches, An Appeal (1899) es un breve anuncio de fósforos.
George Mélies es el más famoso cineasta de la animación pionera, popularizado por la película de Martin Scorcese, Hugo (2011), padre del cine feérico e inventor inagotable de trucos. Exhibía en su sala de cine particular: el Teatro Robert-Houdini en París, que había comprado al famoso mago del siglo XIX. Todavía se ve con agrado El viaje a la luna (1912), obra maestra y casi una superproducción de la época, extraordinariamente rica en sets escenográficos y caracterizaciones. Para nosotros el argumento nos parece una mezcla de cine fantástico, circos y ciencia ficción. La luna magullada por el cohete que la golpea es quizás el primer icono de la historia del cine.
Segundo de Chomón, de origen terulense, trabajó para el cine en París, Barcelona y Turín. Creador de unos quinientos cortometrajes, la mayoría animando objetos, como en El hotel eléctrico (1908) y La guerra y el sueño de Momi (1917). Experto en efectos especiales, colaboró en las primeras producciones de cine histórico.
Cine de imagen real En un tiempo increíblemente corto el cine de imagen real pasó de colocar cámaras delante de escenarios teatrales (es decir, de hacer teatro grabado) a crear su propio lenguaje de comunicación por medio del montaje y la grabación con cámaras dinámicas (travelling).
Ferdinand Zecca, cineasta principal de Hermanos Pathé, la empresa de cine europea más importante antes de la Gran Guerra, dirigió muchos cortometrajes por su cuenta y otros con René Leprince. Asombra Historia de un crimen (1901), el primer policial de la historia del cine, verdaderamente noir.
Hermanos Laffité. Considerando la posibilidad de superar el cine entendido como sorpresa o carcajada, estos hermanos crearon Film d’Arte, una iniciativa para elevar la categoría intelectual del cine y equipararlo al teatro y la ópera. Pero no fueron imaginativos en el lenguaje: la cámara permanece inmóvil delante de la escena que graba. Los títulos son muy significativos: todos cine histórico. Pero todos olvidados. Recogemos aquí algunos títulos: 1908, El retorno de Ulises, de León Gaumont; 1909, Macbeth, de Louis Feuillade; 1910, El asesinato del conde de Guisa, de André Calmette; 1912, La reina Elisabeth, de Louis Mercanton.
Enrico Guazzoni es el primer director de cine de gran producción, llamado entonces cine colosal, y hoy, con cierta sorna, peplum, es decir, cine histórico ambientado en el mundo antiguo. De sus filmes, sobresale la monumental Quo Vadis? de 1913 según la novela homónima de Henryk Sienkiewicz, escritor polaco premio Nobel de literatura. Dos horas de largometraje y, pese a ello, un gran éxito de taquilla y de crítica; en Broadway, Nueva York se proyectó durante nueve meses seguidos. Guazzoni lo hacía casi todo: director, guionista, escenógrafo y figurinista.
Giovanni Pastrone es también recordado por el “cine colosal”: el mediometraje La caída de Troya (1910), pero sobre todo por Cabiria (1914) la mayor producción italiana anterior a la Gran Guerra. Idea de Pastrone o de su colaborador Segundo de Chomón, el travelling (carrello en italiano) nos permite adentrarnos en los escenarios y apreciar su escala, generando lo que hoy llamamos plano secuencia. Cabiria, con efectos especiales creados por Segundo de Chomón, confirmó la supremacía del cine mastodóntico italiano. Esta película se rodó en escenarios reales (Alpes, Túnez) y estudios de Turín. El estreno se realizó con orquesta y coros del teatro de ópera: “Se intentaba hacer un espectáculo fílmico que pudiese competir con la ópera, y que atrajese al público burgués y aristócrata que hasta entonces desdeñaba el cine por considerarlo un espectáculo popular” (tomado de “Giovani Pastrone” en Wikipedia).
David W. Griffith es considerado el padre del montaje cinematográfico, y por esto, una de las figuras más decisivas para la historia del teatro filmado, pero también es recordado por haber plantado cara a los grandes estudios de Hollywood creando junto con Charlie Chaplin, May Pickford y Douglas Fairbanks, los estudios United Artist (1919), una compañía independiente y obtener así libertad creativa.
Recordamos dos títulos:
1915, El nacimiento de una nación. De enorme éxito y rica en hallazgos narrativos, proscrita hoy por su racismo.
1916, Intolerancia. El proyecto cinematográfico más ambicioso y resuelto con gran éxito de crítica. Además, nuevo récord en duración para un largometraje: tres horas y media, verdadera competencia del arte operístico. Combina cuatro películas que se alternan para hablar de la intolerancia en cuatro momentos de la historia: el mundo antiguo arcaico (Babilonia, debilitada por la competencia entre dos cultos, es conquistada por Ciro), el mundo antiguo clásico (la pasión de Cristo), la edad moderna (la noche de San Bartolomé en Francia, 1572) y los años coetáneos a la película.