sábado, 27 de enero de 2018

Capítulo 20. El Realismo



El arte político es la iconografía más
sencilla de descifrar porque su función
es publicitaria y busca 
un impacto emocional instantáneo.
Hurbert von Kerkomer, En huelga, 1891.
Londres, Royal Academy
Empoderamiento

Como respuesta a las condiciones de vida infrahumanas a que fueron sometidos los proletarios europeos para servir a la Revolución industrial, surgieron la política de izquierdas (laborista, socialista, comunista; cada nación tiene las suyas) y una cultura literaria e iconográfica que la respaldara y alentara. "Realismo" es un término peligroso para los estudiantes de arte, pues significa, cuando menos, dos cosas: para el estilo, realismo es lo mismo que naturalismo; pero para la iconografía, realista se refiere al arte figurativo que representa a los sectores sociales desfavorecidos.
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El término "empoderamiento", tan de moda en el siglo XXI, significa adquisición de poder por parte de un grupo social desfavorecido; puede aplicarse tanto a la adquisición de derechos laborales (a menudo éxitos sindicales), como a los avances en igualdad de género (sufragismo, feminismo) y equiparación de derechos para los individuos LGTBQ. 

Stieglitz quería ser recordado por esta foto y bien que 
lo ha conseguido. La estructura compositiva es brillante 
y subraya las incomodidades que padecían los 
emigrantes que cruzaban el Atlántico para alcanzar 
América. Alfred Stieglitz,  The Steerage (El puente)
 1907, Nueva York, Metropolitan
En rigor, la iconografía realista no es una innovación del siglo romántico. Recordemos que en siglos precedentes pintores como Velázquez, Rembrandt y Goya ya habían inmortalizado enanos, gentes comunes y humildes trabajadores. Pero fue el siglo XIX el que convirtió a la cultura realista en una fenómeno multidisciplinar y de alcance universal. 
Quizás nunca hayas oído hablar de pintores o fotógrafos realistas, pero sin duda te suenan literatos realistas tan famosos como Mark Twain (El príncipe y el mendigo) y Víctor Hugo (Los miserables), e incluso óperas realistas elaboradas sobre textos decimonónicos como Carmen (Georges Bizet) y La Boheme (Giacomo Puccini). El género no ha dejado de crecer y en la actualidad es favorito de una gran parte del público; caracteriza a series de televisión de tanto éxito como Cuéntame como pasó (TVE, 2001-2023) y en el cine lo defienden directores como Ken Loach (Tierra y Libertad, 1995), Asghar Farhadi (Nader y Simin, una separación, 2011), Icíar Bollaín (Te doy mis ojos, 2003) y los Hermanos Dardenne (El chico de la bicicleta, 2011).

La Guerra de los Balcanes, como sucede con la actual 
en Siria, desplazó a miles de refugiados. 
Paolo Toscani eligió esta fotografía como publicidad 
para Benetton en 1992 y sembró escñandalo e indignación 
entre muchísima gente: ¡excelente publicidad!
ORIGEN     En 1855 tuvo lugar la primera Exposición Universal de las celebradas en París y numerosos artistas concurrieron al Pabellón de las Artes para exhibir su obra. Uno de ellos, el pintor F. Courbet, al sentir el desagrado del jurado por sus obras de personajes corrientes y poco o nada idealizados, decidió trasladar sus cuadros a un pabellón propio que denominó “Pabellón del Realismo”. Porque él afirmaba pintar a las gentes tal como eran, el retrato de la realidad. Sin pretenderlo, bautizó a la iconografía que es objeto de estudio en este capítulo. Para algunos teóricos el Realismo puede considerarse además la primera vanguardia figurativa de la Edad Contemporánea. 

Gustave Doré,  Los mendigos de Burgos, 1875.
Vieja imagen recuperada como portada
en una revista médica del siglo XXI 
VISIBILIDAD     Courbet no era nada reivindicativo, simplemente pintaba a sujetos que la mayoría de sus contemporáneos consideraba indignos de inmortalidad icónica. Pero hoy solemos creer que dar visibilidad ya es reivindicar. 
Millet, El ángelus, 1858, París, d'Orsay
El trabajo del campo entendido como una actividad dentro de un paraíso natural, opuesto por consiguiente al urbanismo de la revolución industrial, lo inmortalizaron en todo su silencio el pintor Jean-François Millet (El ángelus) y el fotógrafo Henry Emerson (Life and Landscape on the Norfolk Broads). Estas imágenes son paralelas al desarrollo de las primeras comunas agrícolas y al renacimiento de los gremios artesanales de tipo medieval en la industrializada Inglaterra (Movimiento Arts & Crafts). La cruda  industrialización urbana nos redescubrió la virtudes de lo rural y de lo manufacturado.

Seis negativos combinó el genial fotógrafo para conseguir esta idílica imagen en 
la que un anciano agricultor lee la Biblia a su esposa. 
Henry Peach Robinson, Cuando las tareas están hechas, 1877
Ya en el siglo XX, el trabajo industrial es lo más recordado de la obra de Lewis W. Hine. Algunas de sus fotografías de juventud parecen claramente reivindicativas (Hilatura, 1908), pero en su madurez favorece el hallazgo plástico (Mecánico trabajando en una máquina de vapor, 1920).

La composición sugiere una prodigiosa fusión
hombre-máquina. Nada de reivindicación y sí
admiración por el ingenio tecológico. Lewis
W. Hine,  Mecánico trabajando en una 
máquina de vapor, 1920
 

No es necesario ni recomendable cargar las tintas
para denunciar las condiciones laborales de los
trabajadores infantiles. Lewis W. Hine, Hilatura, 1908
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La iconografía maternal, piadosa, representa 
casi un porcentaje en la iconografía de los 
pobres. Dorothea Lange, Desarraigo 

(Florence Owens Thomson), 1936
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Jacob Riis, Huéspedes de Bayard Street 
(5 centavos la habitación), 1889. Nueva York, MOMA



















DENUNCIA SOCIAL     El retrato de la miseria lo recordamos en ilustraciones de Honoré Daumier (El vagón de tercera, 1864) o Gustave Doré (Los mendigos de Burgos, 1875) y la extraordinaria colección de fotografías Cómo vive la otra mitad: estudios sobre vivienda en Nueva York (Jacob Riis, 1890). 
La foto más famosa de Wegee no es una brillante casualidad; 
la indigente fue reclutada y trasladada hasta la salida de un teatro de ópera, 
donde ofrece un significativo contraste con la ricas melómanas. 
Wegee, La crítico, 1941
 
 

Lo bueno de un libro digital como el nuestro es que podemos cambiar de portada cada vez que queremos compartir una imagen. Este otoño he ...