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Bibelots de Meissen, Múnich. La mayoría de estas figuras representan a aristócratas disfrazados de pastores |
Iconografía de la felicidad
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En el siglo XVIII la emoción sigue de moda, pero
no ya la dramática, no ya la turbación ante escenas descarnadas como
gustaba en el Barroco, sino las emociones “dulces” como la ternura, la
simpatía o el erotismo.
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ESTILO Dulzura pastel past Para servir a estas emociones gentiles regresan a las paletas de los artistas los colores pastel (azul, rosa y verde pálidos; gris claro y blanco; vainilla o albero) a menudo servidos con pinceladas que confieren a la iconografía un aspecto casi abocetado. El naturalismo rococó se diferencia del naturalismo barroco no solamente en los colores; además, desaparece la penumbra tenebrista, y en la composición, los contextos, sean paisajes o interiores, cobran talla frente a unos personajes casi invariablemente diminutos. No en vano el Rococó inventó la figurita, es decir, el bibelot o pequeña estatua para decoración de vitrinas y belenes.
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ESTILO Dulzura pastel past Para servir a estas emociones gentiles regresan a las paletas de los artistas los colores pastel (azul, rosa y verde pálidos; gris claro y blanco; vainilla o albero) a menudo servidos con pinceladas que confieren a la iconografía un aspecto casi abocetado. El naturalismo rococó se diferencia del naturalismo barroco no solamente en los colores; además, desaparece la penumbra tenebrista, y en la composición, los contextos, sean paisajes o interiores, cobran talla frente a unos personajes casi invariablemente diminutos. No en vano el Rococó inventó la figurita, es decir, el bibelot o pequeña estatua para decoración de vitrinas y belenes.
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Dibujos monocromos en la habitación destinada a los perros de caza les recuerdan sus obligaciones. Amalienburg, Múnich |
ICONOGRAFÍA (I) Rocallas No existe recocoó sin rocallas: el primer y último adorno asimétrico de la historia. No sabemos de qué se trata porque su aspecto evita la definición: medio mineral medio orgánica, recupera la ambigüedad de los monstruos manieristas. Pero no hay monstruosidad en la rocalla; nunca tiene ojos ni asusta y, más a menudo, sugieren adornos de crema chantillí realizados con una manga y espátula pasteleras.
Trampantojo de balcón rodeado de cremosas rocallas, abre el apetito de los golosos. Iglesia de Wies, diseñada y decorada por los hermanos Zimmerman |
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Rubens, Jardín del amor, 1633. Madrid, Prado. Los amorcillos empujan a las parejas hacia el amor y la concupiscencia |
Lo mismo que en la imagen anterior, pero con cambio de estilo: de barroco a rococó. Watteau, La perspectiva, 1715, Boston: Bellas Artes. Y con mucha más ambigüedad: ¿qué diantres sucede aquí? |
ICONOGRAFÍA (II) Géneros galante y erótico Las dos fases del amor, el galanteo y el sexo, protagonizan la imaginería
rococó. Ya en el siglo XVII Rubens había dejado ejemplos en ambos géneros: El jardín del amor (1633, Prado) y El Rapto de las hijas de
Leucipo (1616, Múnich, Alte Pinakothek). Pero no había encontrado imitadores.
En el siglo XVIII sobresalen
tres especialistas franceses en los géneros galante y erótico: Watteau, el pionero, Boucher y Fragonard.
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Verbena en la pradera san Isidro. Goya, El cacharrero, Prado |
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El género erótico se recuperó a mediados de la II Guerra Mundial como una recompensa visual para los soldados. Frank Powolny, Betty Grabble, 1943, Playboy |
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IZQUIERDA: Silueta de Mozart. DERECHA: La reina de la Noche, fotograma de Papageno, (1935) película de Lotte Reiniger sobre la ópera de Mozart |
ICONOGRAFÍA (III) Siluetas
Especialmente durante el siglo XVIII estuvo de moda el dibujo de siluetas, muy a menudo retratos y siempre de perfil, práctica que evoca las
sombras chinescas pero también los dibujos monocromos favoritos del
rococó. Es célebre y mil veces utilizada la silueta de Mozart, a menudo
en productos comerciales y márqueting con su nombre.
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Fotograma de un anuncio de Nivea, Reiniger (1922) |
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Supuestos chinos decoran las paredes del gabinete de porcelana del palacio de Aranjuez, debidos a la imaginación del artistas italiano Giuseppe Gricci |
ICONOGRAFÍA (IV) Orientalismo: chinerías y turquerías
El contacto con Oriente, fuente de objetos exóticos y leyendas aún más exóticas, disparó el gusto orientalista. Las referencias antropológicas realistas importaban menos que la imaginación y encanto de las composiciones. Estas imágenes son también responsables de algunos tópicos con los que todavía hoy caracterizamos a los grupos culturales diferentes del nuestro; por esta razón, en nuestro tiempo, este arte se considera políticamente incorrecto.
En general, se denomina "chinería" (del francés chinoisserie) al objeto o imagen que por sus colores, técnicas e iconografía parece inspirarse en objetos de extremo oriente. Y denominamos "turquería" cuando parece referirse al Islam, que en el siglo XVIII y para los europeos era fundamentalmente el extinto Imperio turco.
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Canaletto, San Marcos, 1735. Cambridge, Fogg Art |
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John Ruskin, San Marcos, 1854, daguerrotipo. Londres, Colección Kent y Jenny |
ICONOGRAFÍA (V) Vedutte Se desarrolla la vedutta, la vista o panorámica urbana, cuadro suvenir para los
turistas de Venecia, pintada en colores dulces (Canaletto) o con fresca
pincelada de acuarela (Guardi). Fueron especialistas también Bellotto y Antonio Joli. Algunas de las primeras fotografías del siglo XIX retratan por enésima vez la más representada de las ciudades, el origen mismo del turismo: Venecia.Y con las fotografías, surgirán las tarjetas postales de correos mostrando panorámicas y monumentos ya a finales del siglo XIX.
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Clifford, San Lorenzo, 1853 |
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Las colonias americanas de España, según Tiépolo. Salón del Trono del Palacio de Oriente, Madrid | s |