jueves, 23 de noviembre de 2017

Capítulo 15.- Iconografía rococó (Edad Moderna, años 1725 a 1775)


Bibelots de Meissen, Múnich.
La mayoría de estas figuras representan
a aristócratas disfrazados de pastores

Iconografía de la felicidad
a
En el siglo XVIII la emoción sigue de moda, pero no ya la dramática, no ya la turbación ante escenas descarnadas como gustaba en el Barroco, sino las emociones “dulces” como la ternura, la simpatía o el erotismo. 
 a
ESTILO     Dulzura pastel past     Para servir a estas emociones gentiles regresan a las paletas de los artistas los colores pastel (azul, rosa y verde pálidos; gris claro y blanco; vainilla o albero) a menudo servidos con pinceladas que confieren a la iconografía un aspecto casi abocetado. El naturalismo rococó se diferencia del naturalismo barroco no solamente en los colores; además, desaparece la penumbra tenebrista, y en la composición, los contextos, sean paisajes o interiores, cobran talla frente a unos personajes casi invariablemente diminutos. No en vano el Rococó inventó la figurita, es decir, el bibelot o pequeña estatua para decoración de vitrinas y  belenes. 
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ESTILO     Monocromos    Moda caraterúistica del rococó y hoy un clásico del diseño de estampados, son los monocromos. Es posible que su origen se encuentre en la imitación de la porcelana crina blanquiazul, la más difundida, siempre con los dibujos en azul sobre blanco y muy imitada en talleres de los Países Bajos desde el siglo XVII. Con el rococó, los monocromos se extienden a todas las superficies: cerámica, telas de algodón, muebles. Siempre rodeados de blanco, estos dibujos nunca se ven sobrecargados y así entonan con la gracilidad del gusto rococó. 

 
Dibujos monocromos en la habitación destinada a los perros de caza les recuerdan sus obligaciones. Amalienburg, Múnich

 ICONOGRAFÍA (I)    Rocallas    No existe recocoó sin rocallas: el primer y último adorno asimétrico de la historia. No sabemos de qué se trata porque su aspecto evita la definición: medio mineral medio orgánica, recupera la ambigüedad de los monstruos manieristas. Pero no hay monstruosidad en la rocalla; nunca tiene ojos ni asusta y, más a menudo, sugieren adornos de crema chantillí realizados con una manga y espátula pasteleras.
 
Trampantojo de balcón rodeado de cremosas rocallas, abre el apetito de los golosos. Iglesia de Wies, diseñada y decorada por los hermanos Zimmerman

 
Rubens, Jardín del amor, 1633. Madrid, Prado. Los amorcillos
empujan a las parejas hacia el amor y la concupiscencia
Lo mismo que en la imagen anterior, pero con cambio de estilo: de barroco a rococó. Watteau, La perspectiva, 1715, Boston: Bellas Artes. Y con mucha más ambigüedad: ¿qué diantres sucede aquí?

 
ICONOGRAFÍA (II)     Géneros galante y erótico    Las dos fases del amor, el galanteo y el sexo, protagonizan la imaginería rococó. Ya en el siglo XVII Rubens había dejado ejemplos en ambos géneros: El jardín del amor (1633, Prado) y El Rapto de las hijas de Leucipo (1616, Múnich, Alte Pinakothek). Pero no había encontrado imitadores.

¿Qué sucede aquí? Como en una comedia de Lorenzo da Ponte y Mozart, nada es lo que parece. ¿Sentía ella frío y se ha trasladado a otra habitación para recoger su chal, o tenía una cita a espaldas de los adultos? Fragonard, El beso robado, 1788. San Petersburgo, Hermitage
En el siglo XVIII sobresalen tres especialistas franceses en los géneros galante y erótico: Watteau, el pionero, Boucher y Fragonard. 
 

Se ponen de moda las odaliscas, las mujeres
de serrallo, impulsadas por una moda orientalista
que va a permanecer vigente también a lo largo
del siglo XIX. Boucher, Odalisca (Louise
Murphy, amante de Luis XV), 1743. París, Louvre
Verbena en la pradera san Isidro.
Goya, El cacharrero, Prado
En orden cronológico, el primero es Watteau, pintor de pincelada deshilachada y muy ambiguas escenas galantes (La perspectiva; Las dos primas); Boucher, pintor de Luis XV, continuador de la tradición flamenca de la pincelada pequeña y grandísimo pintor de interiores y mujeres (El nacimiento de Venus; Odalisca morena); el tercero, Fragonard, el más explícito de los eróticos y el más ambiguo e intencionado de los galantes (El cerrojo; El beso robado). También se ve la influencia del arte rococó en las pinturas preparatorias para tapices de Goya (El parasol; El cacharrero).
El género erótico se recuperó  a 
mediados de la II Guerra Mundial como una
 recompensa visual para los soldados. 
Frank Powolny, Betty Grabble, 1943, Playboy
 
IZQUIERDA: Silueta de Mozart. DERECHA: La reina de la Noche, fotograma de Papageno, (1935) película de Lotte Reiniger sobre la ópera de Mozart
ICONOGRAFÍA (III)     Siluetas     Especialmente durante el siglo XVIII estuvo de moda el dibujo de siluetas, muy a menudo retratos y siempre de perfil, práctica que evoca las sombras chinescas pero también los dibujos monocromos favoritos del rococó. Es célebre y mil veces utilizada la silueta de Mozart, a menudo en productos comerciales y márqueting con su nombre. 
Fotograma de un anuncio de Nivea, Reiniger (1922)
Con estas siluetas y un inequívoco sabor rococó,  la pionera del cine de animación Lotte Reiniger dibujó sus preciosas películas donde gráciles princesas esperan el auxilio de príncipes que se mueven con gestos coreografiados. Podemos admirar su trabajo, minucioso y cercano a la filigrana, en su obra maestra, Las aventuras del príncipe Achmed (1926), el primer largometraje de animación, pero también en anuncios como El secreto de la marquesa (1922) para Nivea.
 
Supuestos chinos decoran las paredes del gabinete de porcelana del palacio de Aranjuez, debidos a la imaginación del artistas italiano Giuseppe Gricci

ICONOGRAFÍA (IV)     Orientalismo: chinerías y turquerías     El contacto con Oriente, fuente de objetos exóticos y leyendas aún más exóticas, disparó el gusto orientalista. Las referencias antropológicas realistas importaban menos que la imaginación y encanto de las composiciones. Estas imágenes son también responsables de algunos tópicos con los que todavía hoy caracterizamos a los grupos culturales diferentes del nuestro; por esta razón, en nuestro tiempo, este arte se considera políticamente incorrecto.
Turquería: portada de una grabación de la ópera "turca" de Mozart, El rapto en el serrallo (1767), aventura cómica sobre una andaluza (Costanza) atrapada en el mundo islámico; rescatada por su novio Belmonte y el escudero Pedrillo
 
En general, se denomina "chinería" (del francés chinoisserie) al objeto o imagen que por sus colores, técnicas e iconografía parece inspirarse en objetos de extremo oriente. Y denominamos "turquería" cuando parece referirse al Islam, que en el siglo XVIII y para los europeos era fundamentalmente el extinto Imperio turco.  

Canaletto, San Marcos, 1735. Cambridge, Fogg Art
John Ruskin, San Marcos, 1854, daguerrotipo.
Londres, Colección Kent y Jenny
ICONOGRAFÍA (V)     Vedutte     Se desarrolla la vedutta, la vista o panorámica urbana, cuadro suvenir para los turistas de Venecia, pintada en colores dulces (Canaletto) o con fresca pincelada de acuarela (Guardi). Fueron especialistas también Bellotto y Antonio Joli. Algunas de las primeras fotografías del siglo XIX retratan por enésima vez la más representada de las ciudades, el origen mismo del turismo: Venecia.Y con las fotografías, surgirán las tarjetas postales de correos mostrando panorámicas y monumentos ya a finales del siglo XIX.

Clifford, San Lorenzo, 1853
ICONOGRAFÍA (VI)     Apoteosis     Continúa la moda de poblar los techos palatinos con atmósferas habitables para las figuras alegóricas. En España trabajó el más famosos de estos artífices, Gianbattista Tiepolo, cuyo colorido dulce y luz clara encajan con los rasgos del arte rococó (Gloria de España y sus provincias, Apoteosis de la Monarquía Española: Palacio Real, Madrid).
Las colonias americanas de España, según Tiépolo. Salón del Trono del Palacio de Oriente, Madrids

Lo bueno de un libro digital como el nuestro es que podemos cambiar de portada cada vez que queremos compartir una imagen. Este otoño he ...