Imagen tradicional de la mujer pero con estilo a la moda del impresionismo. Mary Cassat, Te de las cinco, 1880, Boston, Bellas Artes |
Frances B. Johnston, Lección de geografía, ha. 1900, Nueva Yok, MOMA |
Son numerosas las conquistas sociales destacadas en la era contemporánea, verdaderamente la era de lo social. La conquista del reconocimeinto de la diversidad representa el logro de dos centurias de luchas sociales. He aquí algunas de estas conquistas:
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1. La democracia deroga los derechos de sangre, clausura la sociedad aristocrática donde las desigualdades de riqueza y expectativas estaban decididas desde el nacimiento. El precio que hemos pagado por esta libertad ha sido tremendo: dos guerras mundiales.
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2. Abolición de la esclavitud. El abolicionismo triunfó en Estados Unidos en 1865, también al precio de una una guerra, la de Secesión.
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3. Finlandia inaugura el derecho a votar de las mujeres en 1907: triunfo del sufragismo.
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4. La diversidad sexual y de género se vuelve visible en el cambio de milenio y protagoniza buena parte de la iconogragía del siglo XXI.
Feminismo Ahora hablamos de feminismo, pero nuestros antepasados decían "sufragismo". El término es bien lógico porque las mujeres no tenían derecho a votar ni mucho menos a gozar de representación en los foros políticos. El voto femenino se logró por vez primera en Finlandia, 1907, y años después fue extendiéndose por la Rusia soviética y los países occidentales. Una vez logrado el derecho al voto, ya no tenía sentido hablar de sufragismo y la defensa de los derechos de la mujer adoptó el nombre de "feminismo".
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El feminismo ha sido objeto de especulación y debate en toda la historia y en todas las disciplinas del arte contemporáneo. Por ejemplo, en literatura, los personajes más célebres de la ficción novelesca decomonónica son siempre mujeres que desafíann las leyes del patriarcado. Algunas de ellas disponen de su sexualidad con la libertad de que gozaban los varones (Madame Bovary, La Regenta, Carmen). Otras se muestran independientes, incapaces de soportar las convenciones sociales impuestas por los maridos;las heroínas de Ibsen abominan del matrimonio convencional: Hedda Gabler se suicida por aburrimiento; Nora Elmer abandona a su familia.
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El feminismo en el arte encuentra su iconografía a lo largo del siglo XIX de una manera tímida, sobre todo representando a mujeres que leen. Las escritoras británicas fueron las que promocionaron la lectura con mayor insistencia (Jane Austen, las hermanas Bronte), en un tiempo en el que se creía que las mujeres no podían alcanzar la excelencia intelectual de los varones. Sobre este tema puede consultarse un catálogo iconográfico de publicación reciente, tan exitoso que ha sido editado en diversos países e idiomas (Stefan Bollman, Las mujeres que leen son peligrosas).
La representación de mujeres en actitudes masculinas o realizando actividades consideradas por la ideología tradicional como masculinas, corresponde a figuras hoy míticas como la escritora francesa George Sand (firmaba con nombre masculino y le gustaba usar ropas viriles), pero casi siempre a norteamericanas. Amelia Bloomer, editora, empleaba su revista The Lily para promocionar el sufragismo; a ella se deben los primeros pantalones femeninos, en su honor denominados "bloomers". Otra estadounidentse, Frances B. Johnston fotografiaba a mujeres estudiando y haciendo deporte.
Identidad de género Habrá que esperar hasta las últimas décadas del siglo XX para presenciar las luchas de los colectivos cuyos usos sexuales y sentido de pertenencia a un género o rol social público no se corresponden con las convenciones tradicionales observadas en los estados europeos. Hoy nos referimos a este colectivo de modo resumido con las siglas LGTB. El derecho a una sexualidad diferente de la heterosexual, y el derecho a ser reconocido dentro de un género coherente con características de personalidad, así como el derecho a las situaciones intersexuales, obtienen discurso y visibilidad iconográfica en el siglo XXI. No obstante, pueden hallarse precedentes en algunas fotografías de Fred Holland Day ya a finales del ochocientos.
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El simbolismo o alegorísmo
La búsqueda de algo nuevo que contar condujo a los artistas de la figuración a tratar de representar lo universal de lo humano, de modo que la simágenes que nos han legado pueden leerse como alegorías o símbolos. En la mayoría de los casos, las figuras representadas son mujeres.
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1. La democracia deroga los derechos de sangre, clausura la sociedad aristocrática donde las desigualdades de riqueza y expectativas estaban decididas desde el nacimiento. El precio que hemos pagado por esta libertad ha sido tremendo: dos guerras mundiales.
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2. Abolición de la esclavitud. El abolicionismo triunfó en Estados Unidos en 1865, también al precio de una una guerra, la de Secesión.
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3. Finlandia inaugura el derecho a votar de las mujeres en 1907: triunfo del sufragismo.
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4. La diversidad sexual y de género se vuelve visible en el cambio de milenio y protagoniza buena parte de la iconogragía del siglo XXI.
Feminismo Ahora hablamos de feminismo, pero nuestros antepasados decían "sufragismo". El término es bien lógico porque las mujeres no tenían derecho a votar ni mucho menos a gozar de representación en los foros políticos. El voto femenino se logró por vez primera en Finlandia, 1907, y años después fue extendiéndose por la Rusia soviética y los países occidentales. Una vez logrado el derecho al voto, ya no tenía sentido hablar de sufragismo y la defensa de los derechos de la mujer adoptó el nombre de "feminismo".
Soledad y abuso marcan las tres eddades de la mujer. Edvard Munch, La danza de la vida, Museo Nacional de Oslo |
El feminismo ha sido objeto de especulación y debate en toda la historia y en todas las disciplinas del arte contemporáneo. Por ejemplo, en literatura, los personajes más célebres de la ficción novelesca decomonónica son siempre mujeres que desafíann las leyes del patriarcado. Algunas de ellas disponen de su sexualidad con la libertad de que gozaban los varones (Madame Bovary, La Regenta, Carmen). Otras se muestran independientes, incapaces de soportar las convenciones sociales impuestas por los maridos;las heroínas de Ibsen abominan del matrimonio convencional: Hedda Gabler se suicida por aburrimiento; Nora Elmer abandona a su familia.
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El feminismo en el arte encuentra su iconografía a lo largo del siglo XIX de una manera tímida, sobre todo representando a mujeres que leen. Las escritoras británicas fueron las que promocionaron la lectura con mayor insistencia (Jane Austen, las hermanas Bronte), en un tiempo en el que se creía que las mujeres no podían alcanzar la excelencia intelectual de los varones. Sobre este tema puede consultarse un catálogo iconográfico de publicación reciente, tan exitoso que ha sido editado en diversos países e idiomas (Stefan Bollman, Las mujeres que leen son peligrosas).
La representación de mujeres en actitudes masculinas o realizando actividades consideradas por la ideología tradicional como masculinas, corresponde a figuras hoy míticas como la escritora francesa George Sand (firmaba con nombre masculino y le gustaba usar ropas viriles), pero casi siempre a norteamericanas. Amelia Bloomer, editora, empleaba su revista The Lily para promocionar el sufragismo; a ella se deben los primeros pantalones femeninos, en su honor denominados "bloomers". Otra estadounidentse, Frances B. Johnston fotografiaba a mujeres estudiando y haciendo deporte.
Identidad de género Habrá que esperar hasta las últimas décadas del siglo XX para presenciar las luchas de los colectivos cuyos usos sexuales y sentido de pertenencia a un género o rol social público no se corresponden con las convenciones tradicionales observadas en los estados europeos. Hoy nos referimos a este colectivo de modo resumido con las siglas LGTB. El derecho a una sexualidad diferente de la heterosexual, y el derecho a ser reconocido dentro de un género coherente con características de personalidad, así como el derecho a las situaciones intersexuales, obtienen discurso y visibilidad iconográfica en el siglo XXI. No obstante, pueden hallarse precedentes en algunas fotografías de Fred Holland Day ya a finales del ochocientos.
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El simbolismo o alegorísmo
Fred Holland Day, The God Child, 1905 |
Frantisek Drtikol, Salomé, 1919 |
Aubrey Beardsley, Salomé con la cabeza del Bautista, ilustraciones para Salomé de Oscar Wilde, 1893 |
Franz Stuck, Salomé, 1896, Munich, Lenbachhaus |
Mujer fatal Numerosas imágenes de este tiempo se preguntan sobre la personalidad de la mujer y la representan alternativamente como madre y como peligrosa “femme fatale” (Salomé). Desde una perspectiva masculina y heterosexual, la madre y la mujer fatal representan los dos extremos de lo femenino: el ideal de bondad y generosidad, la fertilidad, y la mujer atractiva pero fatal para el varón sensible a sus encantos. No falta quien interpreta en la iconografía de la mujer fatal la proyección del miedo e incluso la rabia que suscitaba entre los tradicionalistas el progreso de la emancipación femenina.
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Seeley aproxima su estilo impresionista al del pintor francés Vuillard, un estilo esponjoso. George Seeley, Los árboles blancos, 1910, Winchester Massachusetts, Galería Lee Miller |
Mujer y árbol Son miles las representaciones que reúnen mujeres y árboles, quizás porque constituyen símbolos de fertilidad.
Jerry N. Uelsmann, Sin título, 1983 |
Joan Vilatobá, Escena campestre, 1903, Galería A34 |
Simbolismo expresionista Las alegorías también se manifestaron en estilo expresionista, fomentado este con extraordinario vigor por artistas como Edvard Munch y Paul Gauguin. En sus cuadros el color se dispone en bloques y el dibujo se reduce a figuras casi geométricas. El estilo fue retomado después por los pintores de la vanguardia denominada Fovismo. Esta vanguardia carecía de pretensiones alegóricas y solamente proponía el color como elemento de investigación plástica encaminada a conseguir atractivas imágenes decorativas. Sin embargo, esta vanguardia se disolvió en apenas dos años y sus integrantes reorganizaron sus carreras. Su artista principal, Matisse, es el autor de un famosísimo icono simbolista, La danza.