Foto de Chema Madoz,
el Magritte del siglo XXI |
Confusión frecuente: surrealismo, simbolismo y conceptualismo Seguimos con aclaraciones terminológicas ya que afectan a la iconografía más abundante de la contemporaneidad. Es lógico confundir lo simbolista y lo surrealista; de hecho, lo
segundo proviene de lo primero. En ambos casos se trata de comunicar algo no
representable salvo por medios simbólicos (por ejemplo, el miedo), lo que a
menudo lleva a los artistas a recrear escenas imposibles o improbables en el
mundo real. En general, la figuración surrealista siempre trata de emitir un
símbolo, así que lo simbolista está comprendido dentro de los surrealista.
La
confusión entre lo simbolista y surrealista es lógica, pero no lo es la confusión entre el arte surrealista y el arte conceptual, ya que las obras conceptuales carecen de valor intrínseco, es decir, no produce objetos valiosos por su mera materialidad ya que esta no es fruto de un trabajo artesanal de alta cualificación técnica (véase Capítulo 29).
La vocación de símbolo se materializa empleando estilo cubista sintético (efecto collage) e
iconografía surrealista (asociación imposible de escenas). Picasso, Guernica, 1937, Madrid, MNCARS |
Calavera de trampantojo y típico gesto daliniano, al mismo tiempo tenso y calmo.
Philippe Halsman, Desnudo
calavera de Dalí, 1950
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El
surrealismo ya conoció un tiempo de éxito en el siglo XVI; entonces, la
ambigüedad espiritual de la Europa cismática de la Reforma, atravesada por
guerras de religión, se proyectaba en el arte como figuras monstruosas. Quizás el
surrealismo haya regresado en nuestra era contemporánea para suturar nuevas
heridas espirituales: el ateísmo, que nos ha confirmado mortales, la
perturbadora teoría psicoanalítica de Freud arriba señalada; y, desde luego, el
trauma de las guerras mundiales, de una perversidad nunca imaginada. Y desde luego continúa de actualidad gracias a los holocaustos y genocidios que contemplamos
a diario en televisión.
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Pablo Amargo produce trampantojos
deslumbrantes asociando objetos cotidianos. Amargo,
portada de 2010, Ramdom House
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Imagen pero también interiorismo
si lo visitas en el museo de Figueras.
Dalí, Mae West, 1935, Chicago, Art Institute
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Impresionante trampantojo con sofisticadísima chatarra.
Tim Noble y Sue Webster, La vida real es basura, 2002 |
Saul Steinberg, Chica en el baño, 1949,
Nueva York, Fundación Steinberg
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Contenidos surrealistas en estilo expresionista.
Chagall, A mi mujer, 1933, París, Pompidou
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Man Ray, Sublimación del polvo, 1920
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Max Ernst, Frederick Sommer, 1946,
Nueva York, MOMA
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La denominación “surrealista” o “suprarrealista” llegará después de la guerra, de nuevo en París y de nuevo en torno a figuras literarias de peso intelectual como André Breton y Louis Aragon; el primetro redactó el manifiesto de 1925.
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Próximos a ellos pululan los artífices de la imagen onírica. Entre los más famosos, Yves Tanguy, pintor de entidades orgánicas ambiguas, René Magritte, cuyas imágenes siempre representan una idea al tiempo surrealista y jocosa al alcance de todos los intérpretes; los ingeniosos Max Ernst y Man Ray, capaces en todas las técnicas; Cecil Beaton, creador de maravillosas fotografías de moda con procedimientos surrealistas; Phillip Hallsman, famoso por sus retratos de Dalí, y Herbert Bayer.
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Joan Miró abrió un nuevo camino con el surrealismo de figuras tan esquemáticas que la mirada apenas acierta a representárselas. También en el mundo hispano el surrealismo será especialmente fecundo. En México Frida Kalho asume la libertad de asociación iconográfica, patrimonio tanto del simbolismo como del surrealismo, para expresar la crudeza de su vida. Maruja Mayo escapó de la España franquista para desarrollar su arte metafísico en Argentina.
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Iconografía surrealista en estilo esquemático.
Joan Miró (Poetisa, 1940, privada) nos invita al juego
de mirar: cuando más miras, más extraños seres reconoces
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Collage fotográfico es la técnica más
empleada por Heartfield para atacar con una humor la carrera armamentística de la Alemania nazi. John Heartfield, portada de AIZ, 1936 |
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Surrealismo crítico En Alemania, la crítica política por medio de collages disparatados fue el distintivo de John Heartfield (revista AIZ), luego huido a Gran Bretaña para escapar del mordisco nazi.
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Henry Wolf, portada de Show, 1963
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Richard Avedon, Dovima entre elefantes
con traje de Christian Dior, 1955
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Creative Crimminals, publicidad para la
empresa alemana de trabajo temporal Jobsintown, 2009
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El cine, los videojuegos, el cómic; las creaciones figurativas más consumidas hoy sitúan a sus protagonistas en lugares inexistentes, en tiempos aún no vividos, y dotados de características irreales. El triunfo de la ficción y lo fabuloso es también el triunfo del surrealismo.
Pero sobre todo la imagen surrealista de asociación de elementos dispares permite una rápida lectura, lúdica, como la mayoría de fotos de Chema Madoz, o moralista, como los grafitis más celebrados. Más allá del vandalismo que ensucia nuestro entorno con pintura, algunos artistas del grafiti han logrado sublimar su especialidad echándole reflexión iconográfica a sus imágenes.
Gráfica expresión del insulto racista. Armando
Testa, Las palabras pueden matar, 2014
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Otra paradoja surrealista y moralista de Bansky
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