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Hamilton, ¿Qué es lo que hace a los hogares
de hoy tan atractivos, tan diferentes?,
1956, Tubinga, Kunsthalle |
Jóvenes con opinión 1968 es el año convencional en el que parecen confluir las inquietudes sociopolíticas que modelarán las décadas siguientes: el deseo de un mundo más justo y pacífico, donde cada persona disfrute de respeto sin distinción de color y género, y con libertad de expresión. Son los jóvenes universitarios quienes inician las protestas y convierten a la universidad, ya para siempre, en un lugar de cultivo ideológico y contestatario.
Recordamos al menos las siguientes revueltas o inicios de revoluciones:
-En Estados Unidos, la lucha por los derechos civiles alcanza un clímax trágico con el asesinato de Martin Luther King y otros activistas que defendían la igualdad para las distintas razas y etnias que conviven en el suelo norteamericano.
-En Checoslovaquia la voluntad de sustraerse a la rígida tutela soviética genera el comienzo de un largo proceso llamado Primavera de Praga, revuelta larvada, pacífica, de sacrificios, que culminará en los años ochenta con una revolución igualmente pacífica, llamada Revolución de Terciopelo (1981).
-En Francia la juventud universitaria protagoniza el “Mayo francés”, consolida a la nueva clase social con poder
adquisitivo: la juventud. En adelante, su opinión tendrá que tenerse en cuenta, porque ganarán el derecho de votar en los comicios políticos al conseguir que la edad de votación descienda hasta los 18 años.
Desde 1970 en Occidente conviven, caundo menos, dos culturas paralelas, la
adulta y la juvenil. La juvenil acostumbra a rendir culto a ídolos del
espectáculo y el deporte y demanda fotos de sus estrellas favoritas. Las artes plásticas difunden y magnifican el atractivo de las celebridades.
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La pin-up es el objeto de consumo favorito de la obra de
TomWesselmann, que trata con todas las técnicas
que encuentra, aquí un collage tridimensional de objetos
alusivos a los atributos convencionales de estas
"chicas fáciles": metáforas de los pechos (labios, naranja)
y del sexo (pañuelo de papel con aspecto de almohada).
Gran desnudo americano, nº 98, 1976,
Museo Ludwig de Colonia
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Warhol, Elvis doble, 1963, Nueva York, MOMA. Fotocopia sobre pintura
plateada (polímero sintético) y sobre lienzo
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Pop y consumo Vivimos en la era del consumo. El consumo ha
pasado de ser necesidad a convertirse en el principal entretenimiento de toda
la sociedad. Esos objetos que idolatramos pueden ser cosas tan distintas como
zapatillas deportivas, mujeres pin-up, salsas alimenticias, turismo o noticias
sobre la vida privada de un famoso o exposiciones de arte conceptual.
El Pop Art es la vanguardia que nos ayuda a
reflexionar acerca de qué estamos consumiendo: identifica lo popular (o sea,
pop) y se pregunta sobre su valor.
Por ejemplo, Richard Hamilton se pregunta sobre las virtudes de los productos que la publicidad identifica con la vida deseable a la que debemos aspìrar; sus collages fotográficos rechazan tales presupuestos.
Artista pop de grandes conceptos Andy Wharhol se consagra a las idolatrías de su tiempo. No pinta Vírgenes o santos, pues ya no son ídolos, sino cantantes y actrices, y lo hace con una técnica fotográfica verdaderamente popular y a la última (en sus días): la fotocopia.
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El
aburrimiento de las concursantes, el contraste de reacciones
ante la presencia de estas mujeres y sobre todo la vulgaridad
del ambiente nos sugieren una lectura desmitificadora de los
concursos de belleza, Tony Ray-Jones, Concurso de belleza
(Southport), 1967, Bradford, National Media Museum
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Lichtenstein, Whaam!, 1963, Londres, tate
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Equipo Crónica (Rafael Solbes y Manuel Valdés),
La salita, 1970, Palma de Mallorca, Juan March
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Pop y estilos populares No hace muchas décadas los estilos plásticos de la figuración más populares, en el sentido de más consumidos, no habían ingresado en los museos. Por ejemolo, el estilo de dibujo de precisa línea negra y colores planos propio del cómic adolescente e infantil, desde Spiderman al castizo Jabato, las novelas ilustradas cosumidas por milones de niños y jóvenes. Aislado en amplios formatos y con cuatro décadas de insistencia, logró sus espacios museísticos gracias a Roy Lichtenstein.
En efecto, el museo parece comprender, entre sus funciones, la de consagrar a los artistas, aunque vada vez está más claro que esta consagración tiene también que ver con su cotización y no tanto con otros méritos más difíciles de cuantificar.
¿Aceptaría un muso incluir dibujos o ilustraciones? No me refiero a un museo especializado, sino a los museos que para el público "elevan" la categoría de las obras simplemente por hallarse expuestas en sus salas. ¿Y no es museo sobre todo una tienda de recuerdos? Algunos cuadros del Equipo Crónica repiten la idea duchampiana del pitorreo con los iconos de la cultura; pero estos artistas pintaban de verdad, no producían collages, y su estilo de vivos colores coordina con la ilustración pop.
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¿Lo reconocen? Es el estilo de los grandes ilustradores cómicos como Steinberg o Mingote.
Mario Miranda, La vida en Mumbay, 1990, Mombay, Café Modegar
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Otro estilo mayoritario e inevitable de consumir es el de las pintadas lineales o grafitis. Tiene también su representación museística gracias a Keith Haring.
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Keith Haring, Toledo, 1987, Dusseldorf,
Galería Hans Meyer
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Fotoconceptualismo A pesar de su nombre, el Fotoconceptualismo no debe ser considerada una vanguardia del arte conceptual (véase capítulo 29), pues sus obras son el resultado de una compleja elaboración no exenta de virtuosismo, mientras que el arte conceptual apenas elabora el objeto artístico y descarga todo su valor en las ideas que suscita.
El fotoconceptualismo elabora imágenes que, imitando al cine naturalista, quieren pasar por espontáneas. Jeff Wall es el fotógrafo que dio nombre a esta vanguardia, pero su obra no alcanza la profundidad de la de Cindy Sherman, artista que se autorretrata asumiendo iconografías repetidas una y mil veces por el cine y la televisión. Su trabajo, exquisito, requiere de escenografía, vestuario, maquillaje y atrezo, y la foto se positiva al tamaño de una gran cuadro de museo. Siempre es la propia artista y siempre parece que hemos detenido una película en un fotograma que apenas logramos recordar o que tenemos en la punta de la lengua... Wall y Sherman quizás nos parezcan grandes impostores, pero esto solo se debe a que décadas de fotoperiodismo nos han hecho interiorizar que la fotografía es una disciplina que sirve la verdad, como si fuera un testimonio del mundo.
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Jeff Wall, Mimic, 1982. ¿Un latino molestando a un joven por sus rasgos orientales en un suburbio norteamericano? Casting, escenario y encuadre construyen una fotografía del género realista- social, una ilustración de racismo y xenofobia. ¿Le quita valor que no se trate de fotoperiodismo sino de una imagen construida? ¿Por qué nos cuesta aceptar que la fotografía construya imágenes de este tipo cuando el cine lo hace continuamente?
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Cindy Sherman, Sin título (93), 1981, 120x60 cm. Luz dorada, ojos llorosos y tirantes de encaje... ¿qué vemos? Nuestra imaginación bucea en nuestro inmenso bagaje iconográfico. ¿Duerme en un descampado, tras huir de su hogar? ¿Acaba de hacer el amor? Tópicos iconográficos
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Charles Scheeler parecía reivindicar el naturalismo en la pintura ya en 1939, eligiendo motivos de cualidades matéricas difíciles de reproducir, dificultad que destaca la pericia del artista. Scheeler, Locomotora, 1939, Northampton, Smith College Museum of Art
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Chuck Close pinta retratos gigantescos.
Sobredimensionados los poros y marcas
del rostro, el espectador, incapaz de alejarse
lo suficiente, vive una experiencia surrealista.
Close, Linda, 1975, Akrom (Ohio), Art Museum
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Hiperrealismo Los artistas plásticos más
cotizados de nuestro tiempo elaboran portentosas imágenes de pasmoso
naturalismo. ¿Pero son pinturas o fotografías? Las fotopinturas de Gerard
Richter son en realidad cuadros al óleo (Mujer bajando una escalera); las
súperfotografías de Alexander Gursky son en realidad infografías (Montparnasse, 99 céntimos). ¿Tiene entonces sentido hablar de las técnicas
figurativas cuando las obras más caras del mercado del arte son el producto de
una combinación de fotografía y pintura? Así volvemos al principio, cuando
hablábamos de que en nuestros días las distintas técnicas de representación
figurativa están condenadas a convivir y entenderse en igual de condiciones.
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Detalle de una de las macrofotografías que han convertido
a Gursky en el fotógrafo cuyas obras se venden más caras
en el mundo. La extraordinaria nitidez en todos los puntos
de estas gigantes fotografías nos llevan al hiperrealismo de
la fotografía; esta, en particular, permite interpretarse como un
barroquísimo Mondrian. Gusky, Montparnasse (detalle),
1993, fotografía de 319 por 134 cm. Londres, Tate
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"Pictofotografía" de Gerhard
Richter. Pintar desafiando al
cansancio ocular que producen las
fotografías borrosas; y de paso,
consagración como artístico del
defecto más común de la fotografía.
Casi una nueva fundación del
Impresionismo, cien años después.
Richter, Mujer bajando una
escalera, 1965, Chicago, Art
Institute
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