Dos grandes enemigos del tiempo manierista, España e Inglaterra, han generado un aluvión de iconografía, y no solo por haber contado con artistas extraordinarios, Cervantes y Shakespeare, sino por el interés despertado entre los contemporáneos por sus obstinados monarcas, Felipe II e Isabel I.
La España de Felipe II
Monasterio palacio de San Lorenzo, desde 1555 |
CARACTERIZACIÓN DEL ESPAÑOL Convencido de la imagen de autoridad que le otorgaba el traje negro, o bien para favorecer el comercio del tinte que lo producía y sobre el cual ostentaba el monopolio (el palo de campeche importado de Yucatán), Felipe II promocionaba una imagen de austera sobriedad que toda Europa copió a partir de 1575. Mires donde mires, desde Inglaterra hasta Bohemia, los caballeros abandonan sus voluminosas y brillantes ropas italianas por la sobria negrura del rey de España. "Vestir a la española", se decía. No fue solo moda indumentaria; Felipe II puso de moda su hábitat y son también numerosos los "Escoriales" europeos. Pero, ¿qué es ese lugar donde vivía la corte española? Una mole de geometrías arcaizantes que, por sus funciones combinadas (mausoleo, palacio, monasterio y biblioteca) equivalía a un nuevo Vaticano; simbólicamente, Felipe II arrebató el cargo al papa.
En esta corte petrificada las mujeres no exhiben la abundancia de su pecho como gustaba al estilo italiano. Por el contrario, visten rígidos estuches de colores neutros, el cuerpo desapercibido, aplastado por cartones de pecho y tensos verdugados. Se adosan, eso sí, joyas de unas dimensiones nunca vistas, tesoros llegados de ultramar. Observa los racimos de perlas en el tocado de la princesa Isabel Clara Eugenia y los pesados collares de oro y diamantes en tono a su cuello y sus caderas. No es menos rígido el cuello de encaje blanco o gorguera, lujo tan desorbitado que el nieto del rey lo prohibirá en España en 1620. Exquisita publicidad capaz de reunir en la misma imagen sobriedad y lujo desaforado.
Sofonisba Anguisola, Felipe II, Prado |
Claudio Coello, Isabel Clara Eugenia, Prado |
ICONOGRAFÍA DE FUENTES LITERARIAS Dos son los grandes títulos de la novela picaresca: Lazarillo de Tormes (1554) y F. Quevedo, Vida del Buscón (1620). Pero la novela que convierte a España en personalidad mundial es obra de Cervantes: Don Quijote de la Mancha, 1605-13. La tradición de los amigos que viajan en busca de aventuras arranca en Gilgamesh y Enkidu. Sirviéndose de cientos de páginas, Cervantes eleva esta relación hasta convertirla en la vida misma.
Don Quijote es reconocible en cualquier estilo |
Por supuesto, ninguna otra obra de ficción nacida en España ha generado mayor cantidad de iconografía. Cervantes describió a sus protagonistas con tan lujo de detalles que no hay persona en Occidente que desconozca su aspecto. El Quijote se viene ilustrando desde el mismísimo siglo XVII en que vio la luz hasta la actualidad, pero destaca con especial vigor la edición particularmente ambiciosa que Gustave Doré dibujó a mediados del siglo XIX. Nos encontraremos con ella en el capítulo dedicado al Romanticismo. Mientras escribo estas letras, las tiendas de cómic de Madrid colocan en sus escaparates la versión de Ricardo Cavolo, el más popular de los ilustradores españoles en 2025.
La vida es sueño en cómic |
ICONOGRAFÍA DE FUENTE TEATRAL Tirso de Molina, Lope de Vega y Calderón de la Barca son los nombres imprescindibles del Siglo de Oro teatral. Tiene su propia imagen: teatro de capa y espada, donde los protagonistas nobles visten siempre de negro, (origen de la caracterización muchos años después de El Zorro), y una espada balancea en las caderas; junto a ellos casi siempre encontramos criados vestidos con chalecos pardos y pantalones fofos. La percepción de la clase social siempre es inmediata en este teatro; por ejemplo, en las comedias, sirve para contrastar las maneras amorosas de aristócratas y plebeyos.
Recordamos, al menos, estos títulos:
1613, Lope de Vega, La dama boba. Comedia de enredo con dos hermanas, donde la que parece boba, por medio del amor, se vuelve incluso más juiciosa que su hermana, una intelectual.
1620, Lope de Vega, Fuenteovejuna. Todo un pueblo se venga matando al violador (el Comendador) de una de sus jóvenes. “Fuenteovejuna, todos a una”; la llamada honra villana u honra de los pobres ya la había reclamado Lope de Vega unos años antes en Peribáñez o el Comendador de Ocaña (1614).
1635, Calderón de la Barca, La vida es sueño. ¿Hay libertad para configurar la vida? El rey Basilio ha tenido un hijo que, según su interpretación de las estrellas será un tirano; lo pone a prueba, si demuestra serlo, le harán creer que ha tenido un sueño; si es razonable, lo convertirá en heredero.
1636, Calderón de la Barca, El alcalde de Zalamea. Obra historicista sobre un hecho ocurrido en tiempo de Felipe II y que vuelve sobre la “honra villana”: un alcalde ejecuta a un alférez del rey por violar a su hija.
DON JUAN, MITO ETERNO En 1630 Tirso de Molina estrena El burlador de Sevilla o don Juan e instala un nuevo mito en la imaginación europea: el seductor irredento, personaje de ficción tan internacional y tan célebre o más que el mismísimo don Quijote. Las obras posteriores inspiradas en el mito de don Juan se cuentan por docenas. Destacaremos al menos las siguientes: 1844, J. Zorrilla, Don Juan Tenorio, la versión teatral contemporánea más celebrada; 1932, E. Jardiel Poncela, Usted tiene ojos de mujer fatal, comedia escrita para de teatro; 1955, I, Bergman (escritor), Don Juan, obra de teatro debida al famoso director de cine sueco; 1991, G. Suárez (director y guionista), Don Juan en los infiernos, película; 2005, J. Jarmush (director y guionista), Broken Flowers, película.
ICONOGRAFÍA: LEYENDA NEGRA La Leyenda Negra española fue extendida desde el siglo XVI mediante traducciones de Bartolomé de las Casas, español en América que criticaba duramente la conquista, pero sobre todo delirantes grabados debidos -los más recordados- a Theodor de Bry. Los países reformados, que ya habían probado la efectividad de la publicidad impresa como medio para divulgar la nueva fe y demonizar al papa, arremetieron contra los españoles para justificar la piratería. Estos viejos grabados se demostraron tan efectivos como propaganda antiespañola que tres siglos más tarde, en la guerra de Cuba de 1898, fueron reeditados por los Estados Unidos.
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Carnicería de indígenas pintada por Theodor de Bry, XVII |
La Inglaterra Tudor
Como a España con Cervantes, a Inglaterra le basta y le sobra Shakespeare para sobresalir en la historia del arte narrativo de ficción.
ICONOGRAFÍA DERIVADA DE SHAKESPEARE El bardo de incomparable inspiración recuperó Píramo y Tibe (Romeo y Julieta), escribió comedias de enredo (El sueño de una noche de verano, Mucho ruido y pocas nueces), e imaginó algunos de los dramas más inspiradores para la creación del futuro:
Enésismo Hamlet, éste de Disney. El rostro entre las nubes alude al fantasma del padre, pero también puede entenderse como la imagen del joven león convertido en rey maduro |
1596, Macbeth, sobre el remordimiento que apareja el crimen. Se monta más a menudo la ópera homónima de G. Verdi (1845).
1601, Hamlet,
la obra más célebre de Shakespeare; más de sesenta películas se han
rodado con este guion. Al menos dos iconografías derivadas de Hamlet son universalmente reconocidas: (1) el príncipe sosteniendo una calavera y preguntándose
"ser o no ser"; (2) Ofelia, suicida, hundida en un río.
1603, El rey Lear, fuente, por ejemplo, de Ran, película de Akira Kurosawa (1985). Sobre la imposibilidad de conocer el corazón de las personas y predecir su comportamiento.
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La Ofelia más famosa, la pintada por John E. Millais en 1854, Londres: Tate Gallery |
1600, El mercader de Venecia, abanico de miserias humanas, como la etnofobia y la rivalidad religiosa; en fin, de absoluta actualidad en el contexto de la Reforma.
1604, Otelo, sobre los celos, capaces de destruir lo que más amamos. Rara vez montada, cuenta con una versión célebre de Lawrence Olivier. El montaje más habitual es el operístico de Giuseppe Verdi (1887). Otelo también ha producido iconografía reconocible: la imagen del moro de Venecia.
EL CULEBRÓN DE LOS TUDOR De todas las dinastías reales de la historia, la familia Tudor es la favorita del teatro, el cine y la televisión. No hay casualidad en ello: la BBC apuntala la corona británica convirtiéndola en motivo de sus series televisivas y logrando, en consecuencia, que la historia de la monarquía inglesa esté siempre presente y sea casi un hábitat cotidiano para los espectadores de Gran Bretaña.
Fotogramas de Los Simpsons, con Homer interpretando a Enrique III de Inglaterra y un personaje femenino interpretando a Ana Bolena |
Ópera.- Ayudado por distintos libretistas, Gaetano Donizetti puso música a cuatro óperas Tudor, tres de ellas todavía en cartel después de ciento cincuenta años: Anna Bolena (1831), María Estuardo (1835) y Roberto Devreux, conde de Essex (1838), último varón amado por Isabel I. Su colega Vicenzo Bellini se despidió del mundo poco después de estrenar la conmovedora Los puritanos de Escocia, ambientada en la revolución de Cromwell.
Cine y televisión.- John Ford rodó una de las primeras películas sobre María Estuardo (María de Escocia, 1936), tema mil veces traído en la historia del teatro grabado. De la docena larga de series de televisión rodadas a propósito de los Tudor, destacamos la miniserie protagonizada por Hellen Mirren (Thomas Hopper, Nicholas Williams, Elizabeth I, 2005).
INIGO JONES DISEÑA LAS MASCARADAS Llamamos mascaradas (en inglés, masques) a espectáculos heterogéneos, suma de disciplinas teatrales (declamación, canto, danza, desfiles, acrobacias) que culminaban celebraciones aristocráticas. Era habitual en las mascaradas que los propios patrocinadores y buena parte de la audiencia interpretaran algunos roles y se disfrazaran como el resto de los actores. Las mascaradas fueron abandonadas a finales del siglo XVII por la ópera profesional; Inglaterra fue la corte más renuente a prescindir de ellas. En Francia también gustaban mucho y allí los famosos carruseles de Luis XIV, una variante de la mascarada, incorporaban carrozas y caballos.